martes, 16 de agosto de 2011

¿MORAL O ETICA?

Humberto Maturana.


¿Qué decimos o queremos decir al hablar de moral o al hablar de ética? Si miramos un diccionario este parece indicarnos que esas palabras en lo fundamental significan lo mismo al referirse a costumbres, valores, hábitos, normas, aunque con diferentes connotaciones. Yo pienso, sin embargo, que se trata de palabras que en su uso cotidiano nos orientan por cursos operacionales distintos de consecuencias relacionales muy divergentes. Veámoslo.
¿Qué escuchamos en nuestro vivir cotidiano cuando oímos decir que alguien ha tenido una conducta inmoral? Lo que en general se oye es que la persona aludida ha violado las costumbres, las normas o las reglas de conducta de la comunidad a la que pertenece. En este oír la atención está puesta en las normas o reglas de conducta a la vez que en las posibles consecuencias en el espacio de las normas que su no cumplimiento podría traer. Las personas involucradas y/o afectadas tienen sólo una presencia secundaria en la preocupación del que se queja ante un acto de inmoralidad, pues lo que de hecho importa en esa situación son las normas, no las personas. En la queja por inmoralidad lo que se protege es una institución cuyas normas, leyes o costumbres han sido violadas.
Al hablar de ética sucede algo diferente. Lo que se escucha cuando alguien afirma que una persona ha tenido una conducta no ética es en general que la persona aludida ha tenido una conducta que ha resultado en el daño de otra u otras sabiendo que eso sucedería. En este escuchar la atención del que habla tanto como la del que escucha no está puesta en las costumbres, reglas, leyes o normas que pudieran o no haber resultado violadas, sino que en los personas involucradas y en lo que sucede con ellas. La emoción del que se queja ante lo que él o ella ve como una conducta no ética, es de enojo o de indignación por lo que él o ella ve o considera como falta de consciencia social en la persona cuya conducta se objeta, pues en este caso lo que importa son las personas, no las normas.
Esta diferencia de sentido en el vivir cotidiano de las nociones de moral y ética no es trivial. Se trata de nociones centrales que guían de manera consciente o inconsciente el fluir de nuestra convivencia social y nuestra conducta individual en nuestro quehacer como miembros de una comunidad humana. Es más aún, se trata de aspectos de nuestro convivir que otros ven porque de una manera u otra los afecta, y que nosotros mismos vemos porque nos revela y nos afecta recursivamente en nuestro vivir. Pero hay algo más interesante todavía. Cuando lo que nos importa son las normas o reglas en el quehacer de la comunidad a que pertenecemos nos comportamos como moralistas, cuando lo que nos importa es el bien-estar y el respeto por las personas, tenemos preocupaciones éticas. Si somos moralistas muchas veces justificamos nuestras conductas no éticas conscientes protegiéndonos con el argumento de que hemos cumplido con las normas o reglas que la comunidad tiene para ese quehacer. Si lo que de hecho nos importa es el bien-estar de los otros miembros de la comunidad podemos escoger no cumplir con las reglas o normas y tener una conducta inmoral bajo el argumento que su aplicación constituiría una conducta no ética.

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